¿Qué está pasando con el arte en Cali?



Por Alejandro Escobar Porras. Estudiante del Instituto de Bellas Artes de Cali.



Opinar sobre la situación de las artes plásticas en Cali es en extremo delicado y complicado pues la presencia de la escena artística es en la actualidad prácticamente invisible y limitada a unos pocos círculos sociales e intelectuales. También es cierto que las temáticas que esta escena aborda en la actualidad son necesarias de tratar y cuestionar y, aunque es acertado estudiarlas por el momento histórico y contextual por el cual se atraviesa, muchas veces estas manifestaciones caen en nuevas formas de exotización y cosificación que visibilizan pero no generan perspectivas alternativas o pistas/soluciones para la construcción de nuevas realidades más inclusivas y pertinentes, permitiendo deconstruir y transformar comportamientos heredados del modelo colonial que  constantemente atraviesan los diversos estamentos de la sociedad y cultura caleñas.

En el quehacer de los artistas caleños que producen en la actualidad se entrecruzan la necesidad de reivindicar a comunidades afrodescendientes e indígenas, así como preguntarse sobre la construcción y definición de los distintos géneros y orientaciones sexuales, ya que la ciudad es un escenario donde esta lucha por la reivindicación está fuertemente atravesada por la falta de educación, la ausencia de garantías por parte del Estado, el turismo sexual, el tráfico de drogas y la violencia, así como la existencia aún en pleno siglo XXI de fuertes conductas discriminatorias. A pesar de que estas problemáticas es menester cuestionarlas, también es cierto que gran parte de las prácticas artísticas que pretenden ejecutar esta crítica son bastante amañadas, no explorando de qué forma se pueden hilvanar argumentos constructivos y cohesionados, cayendo solo en exploraciones histriónicas (entiéndase esto más desde la percepción del histrión como actor y no desde la percepción del trastorno histriónico de la personalidad de Freud) de los temas anteriormente mencionados sin brindar perspectivas alternativas que puedan generar cambios en la conducta y percepción acerca de estos importantes temas.

Un precedente de lo anterior lo encuentro en el artista afrodescendiente Fabio Melecio Palacios, quien realiza un performance en 2005 llamado Enseñando a comer sancocho de pescado hecho con coco, en el marco del 40 Salón Regional de Artistas y el XI Salón Regional del Pacífico. Como bien lo describe el título, el artista se dispone en una mesa dentro de un espacio expositivo en la cual se sienta y comienza a comer sancocho de pescado, unas veces junto a sus padres y otras junto a otras personas. Mientras esto sucede, los espectadores los observan, filman y fotografían. A pesar de que, en palabras del artista, lo que busca es “encontrar una identidad referencial, un objetivo que implica una re- significación, un reconocimiento del hombre negro y sus costumbres, su realidad, sus raíces culturales (africanas y colombianas) ­­1”, lo que personalmente percibo es una especie de vitrinización, replicando la forma en que diversos grabados, fotografías e ilustraciones del siglo XIX y XX (en la época de la colonización y repartición de África) exotizaban y objetualizaban los saberes y costumbres afro, cayendo en cierto sensacionalismo histriónico y mediatizado.

De antemano, aclaro que la opinión emitida sobre el performance del artista Fabio Melecio Palacios atañe exclusivamente a la obra, en ningún modo pretende atacarlo a él como ser humano. Tampoco se ignora que la necesidad de visibilización de la práctica llevada a cabo en la obra se vea como un dispositivo de mediatización en necesidad de generar una reivindicación de sus saberes y costumbres, como bien lo manifiesta el artista. Sin embargo, en opinión de quien escribe este artículo esta obra no contribuye mucho a la construcción de perspectivas alternativas en lo concerniente a lo afro. Considero que es más acertada (pero no por ello más o menos válida objetivamente) la aproximación que a este respecto realizan artistas como Liliana Angulo, Ibrahim Mahama y Kara Walker, cuyas obras recomiendo consultar.





Fotografías 1 y 2. Registro del performance del artista Fabio Melecio Palacios Prado.
Fuente: http://fabiomelecio.blogspot.com/2012/08/ensenando-comer-sancocho-de-pescado.html


Otro punto que se suma para complicar el panorama de las artes plásticas en Cali lo constituye el arraigo que se tiene a unos sucesos históricos que no se han podido depurar ni trascender. Cuando se conoce brevemente algo de la historia caleña y los movimientos e instituciones que han participado de la misma, se llega a comprender que en la ciudad al menos desde mediados del siglo pasado hubo jóvenes con grandes inquietudes que se preocuparon por crear, autogestionar y mantener espacios y festivales enmarcados dentro de movimientos sociales, culturales e intelectuales de enorme importancia histórica no solo dentro del ámbito artístico sino dentro del contexto local y nacional, creando también obras que documentaran y contextualizaran la existencia de los mismos.

El ejemplo más común de todo ello lo encontramos con los jóvenes de los años 70 vinculados a la galería Ciudad Solar: artistas como Oscar Muñoz, Ever Astudillo y Fernell Franco; Miguel González, quien fue curador del Museo La Tertulia desde mediados de los 70 hasta inicios del presente siglo; Carlos Mayolo, Luis Ospina y Andrés Caicedo entre otros, quienes tuvieron tanto peso en la historia del cine colombiano y posteriormente dieron lugar a la creación del término Caliwood. Todos ellos conformaron lo que se llamó “Grupo de Cali”.

Este grupo comenzó a darle a la ciudad una identidad artística y cultural propia que con el tiempo se ha ido diluyendo, estableciéndose en principio como respuesta a los diferentes procesos que enfrentó la ciudad desde mediados de los 50 con su escogencia para la realización de los VI Juegos Panamericanos de 1971, evento que marcó la historia de la ciudad por las promesas incumplidas de desarrollo económico y generación de oportunidades de empleo y desarrollo.


Fotografía 3. Miembros del Grupo de Cali por las calles de la Plaza de Cayzedo. Fuente: https://www.radionica.rocks/noticias/oiga-vea-la-otra-cali-para-que-vea

Sin embargo, también es cierto que este imaginario de metrópoli tropical de bohemios salseros y construida a medias que establecieron estos personajes es algo que ha estancado la producción cultural de la ciudad. Hay un eterno trauma en el inconsciente colectivo caleño relacionado con los sucesos acaecidos durante y después de los Panamericanos, como por ejemplo el dramático proceso de modernización que tuvo la ciudad para acoger el evento, la llegada inusitada de desplazados por la violencia de departamentos aledaños o la repentina muerte de Andrés Caicedo, sin contar que a inicios de los ochenta empezó a hacer mella el fenómeno del narcotráfico, aumentando estratosféricamente los picos de violencia, la desigualdad y el consumo de estupefacientes, significando también una transformación radical del paisaje y la forma de percibir la ciudad y sus habitantes. Todo sucedió demasiado rápido…todo comenzó por el fin.

Lo anteriormente mencionado ha limitado la producción plástica local que siempre trata estos tópicos, cerrándose a incluir puntos de vista alternativos o temas diferentes que enriquezcan nuevos enfoques. Esto no ha permitido que la ciudad crezca como centro artístico y cultural, sino que ha producido lo contrario: todo ese auge inicial que hubo en Cali a este respecto ya no existe, viéndose simplemente supeditada a los derroteros de la producción plástica que se promulgan desde Bogotá, perpetuando con ello el fracasado modelo centralista de producción y apropiación de saberes.

Aunado a esto, considero que muchas actividades culturales que se realizan como Feria de Cali o el Festival Petronio Álvarez en vez de fomentar un empoderamiento de lo afro, de lo indígena o de lo verdaderamente caleño que va mucho más allá de la salsa, el champús y la gozadera, han banalizado estas causas y se han constituido en simples clichés que no permiten efectivamente la realización de ese empoderamiento, resultando en nuevas formas de exotización que simplemente contribuyen a agravar las problemáticas sociales de la ciudad.

Obviamente, no pretendo atacar la existencia de estos eventos tan importantes dentro de la sociedad y cultura caleñas, sino el matiz que han adquirido. La Feria de Cali se ha constituido en un evento elitista que nada ofrece ya al pueblo de Cali, pues se encuentra en manos de entidades que no tienen que ver con los intereses iniciales del evento, perpetuando y normalizando la narcoestética imperante en el mismo desde los años 80.

Respecto al festival Petronio Álvarez, que surge con la necesidad de visibilizar el folclor, cultura y costumbres de los afrodescendientes del Pacífico colombiano, es cierto que muchos de quienes visitan y participan de las actividades del evento simplemente lo ven como un divertimento exótico que se sale de la aburrida cotidianidad, ignorando el gran esfuerzo por reivindicar y empoderar la cultura afro que ejerce como intención primaria del mismo.

A este respecto, la diseñadora Angélica Castillo, propietaria de la marca Miss Balanta, señala muy pertinentemente en un artículo publicado en El Espectador:

“…El Petronio Álvarez es un festival que lleva 23 años. Yo crecí viendo crecer el Petronio y siempre ha sido un espacio para reivindicar nuestra cultura y nuestras costumbres, también para que la gente conozca lo que significa ser afro en Colombia a través de la música y toda la alegoría y alegría que genera.  Pero es muy importante resaltar que no solamente es gozadera y música.
Esta es una gran oportunidad para que la comunidad afro alce la voz, para generar un debate y cambiar narrativas, posiciones, pensamientos y transformar la comunicación para que haya reconocimiento.”2


Fotografía 4. Portada de la Revista Fucsia de septiembre de 2019, en la cual aparece la modelo Julieta Piñeres luciendo prendas afro, dentro del seguimiento que la publicación realizó al Festival Petronio Álvarez. Esta portada suscitó enorme polémica al considerarse desde diversos sectores de la opinión pública, como un gesto racista y clasista. Fuente https://www.pulzo.com/entretenimiento/criticas-revista-fucsia-por-portada-homenaje-pacifico-con-julieta-pineres-PP769226

Finalmente, debo mencionar un fenómeno que percibo de manera bastante personal, y es la poca afluencia y variedad de público que asiste a las exposiciones de arte. Esto lo he observado en la gran mayoría de exposiciones a las que he ido: siempre son las mismas personas las que van a las inauguraciones, los mismos combitos, los mismos ademanes y gestos decorosos para hacer lobby en estos eventos, contribuyendo muy poco a la existencia de diversidad de opiniones, acentuando este estancamiento en la producción artística e intelectual. Hay toda una construcción lingüística, casi ritual que acompaña a estos tres lagartos que van siempre a las exposiciones y que garantizan, por un lado, su visibilización en el corto panorama de la plástica caleña y por otro que ejerzan suficientemente bien la corrección política para quedar bien entre los demás asistentes o anfitriones de los espacios expositivos. Esta poca afluencia de públicos también se debe a la poca visibilidad que tienen las exposiciones en los medios regionales y, aunque sean anunciados, también es cierto que no son llamativos de entrada para la comunidad, algo que en palabra de algún galerista posiblemente se debe a que “en Cali no hay público especializado en apreciar y adquirir arte contemporáneo” (sic).

Este enunciado de por sí es bastante delicado de abordar, ya que evidencia una serie de paradojas y contradicciones que podría denominar el núcleo de lo que en definitiva puede llamarse la crisis en el panorama artístico caleño:

  •          Hablar de la falta de conocimiento de arte contemporáneo en Cali es válido, pero también es cierto que referirse al mismo como la serie de prácticas y discusiones que discurren en la actualidad como el novamás de la plástica es un concepto graciosamente anacrónico y que obedece a un reducto de pensamiento positivista. Las discusiones que se dan en el arte y en otras materias de estudio no siguen un desarrollo lineal progresivo, consisten en una serie de bucles en los cuales se tratan los mismos temas esenciales como ser, estar, existir, lugar, paisaje, cuerpo, alma, genero etc. pero desde diferentes aristas y contextos que son condicionados por el cúmulo de sucesos históricos y culturales que permean la aparición, adaptación y desaparición de las sociedades  en los diversos territorios a través del tiempo, sin contar la invención y masificación de nuevos medios plásticos que más que reemplazar los antiguos, los enriquecen, poniéndolos a la par de las discusiones mencionadas.
  •          La nociones que se tienen sobre arte contemporáneo parten principalmente de los espacios expositivos e instituciones culturales de Bogotá, así como de las personas e instituciones que las regentan, apoyan y financian. Así, el galerista que pretende ser contemporáneo en Cali quiere adaptar lo caleño a directrices obedientes a lo bogotano, mostrando de la ciudad y sus habitantes solo lo que le conviene, o lo que cree muy subjetivamente puede agradar desde fuera al público caleño (cosa en la que constantemente fracasa). Además, las políticas artísticas y culturales copiadas y propugnadas desde Bogotá pretenden ser internacionalistas para entrar en la onda del mercado del arte dominado por ciudades como New York, Londres o Tokio, lugares donde se concentran los grandes centros de dominación económica y política mundial. ¿No es esto una nueva y más arrolladora especie de práctica colonial?
  •          Por esto es que los espacios expositivos caleños están atravesando un momento de profunda crisis en el que los galeristas están evaluando o ya directamente deciden trasladarse a un lugar donde el arte que exhiben y apadrinan es rentable y bien recibido. Obviamente, este lugar no es otro que Bogotá.
  •          Y claro está, la falta de apoyo institucional mediático y gubernamental frente a las diversas iniciativas artísticas divergentes.

Como plus y a modo de finalizar, está la formación que tienen los estudiantes de arte en la actualidad en Cali, que solo propende por perpetuar estos conceptos y costumbres, pensando más en un modelo de competitividad mercantilista que en verdad generar reflexiones y pensamientos profundos sobre lo que ha acontecido, acontece y acontecerá momento a momento en la realidad local, nacional e internacional. Este afán de destacar no permite que tanto el artista como el escaso público y el amañado crítico y/o curador tengan tiempo de pararse a reflexionar concienzudamente, lo importante es sacar un producto en exhibición que sea complaciente con un público limitado, reflejo de ello es que los textos curatoriales o las reseñas sobre distintas exposiciones siguen un mismo -y aburrido- modelo de redacción, donde sosas terminologías y citaciones a ciertos autores son recurrentes.

Este afán de mercantilizar la producción plástica (además de racionalizarla y sistematizarla excesivamente por medio de la investigación creación, que lastimosamente uniformizó las prácticas artísticas en pro de la complacencia de las Ciencias), ha llevado al estudiante de arte a tener un pensamiento competitivo e individualista, que le abstiene de pensar en métodos de creación y producción artística en comunidad con otros compañeros, y viendo casi como única alternativa el aplicar a becas de estímulo o talleres de creación de obra que solo premian las temáticas abordadas desde perspectivas convenientemente actuales y pertinentes, delimitando este sesgo en la creación artística, y si no aplica a las becas se vuelve complaciente con la perspectiva del profesor de su mayor agrado, quien también es producto de este modelo mercantilista y con el afán de sobrevivir y destacar, en ocasiones hace el papel de curador y organizador improvisado de exposiciones faltas de profundidad, reflexión y sentido que en poco o nada contribuyen a la discusiones que atraviesan los temas tratados y/o representados, quien además censura y rechaza el trabajo de estudiantes y artistas novatos con una perspectiva divergente hacia el mismo, obstaculizando la existencia de pluralidad de temas, técnicas y opiniones que es necesario existan en el arte para enriquecimiento del acervo cultural e intelectual tanto de artistas como espectadores, críticos, galeristas y curadores.

Por eso estudiante de arte, o artista encumbrado o emergente: deje de ser complaciente con sus profesores, así como con las instituciones gubernamentales y culturales que quieren encausar y aprovecharse de su discurso, deje de ser individualista y lambón, hay que comenzar a unirse y producir espacios y corrientes de pensamiento divergentes.

Agúzate... ¡Que te están velando!

Referencias:

Comentarios

  1. Hola Alejandro, agradezco y valoro el gesto crítico que hace. Percibo que su fijacion esta desde el archivo. Revise el texto: furor de archivo de Suely Rolnik. A propósito es fácil comunicarse en estos tiempos. Los medios están para eso. Un abrazo

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    1. Gracias Fabio. Tu respuesta solo sirve para enaltecerte como persona, así como tu labor de artista y maestro. Un saludo y espero que podamos tener la oportunidad de hablar más al respecto, siempre desde los mejores términos.

      Un abrazo de vuelta ;)

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